Would you like to practise your reading skills in Spanish? I have worked on an interesting text about a cultural aspect in Spain, “las persianas” (blinders); have you heard about it before?

This text is an adaptation from original news of the Spanish newspaper El País. You can give it a try to the original at Noticias El País.

 


¿Por qué los españoles somos los únicos europeos obsesionados con las persianas? 

Nuestro país tiene muchas horas de sol, pero nos ocultamos en nuestras casas. ¿Por qué?

Parece que los españoles tienen miedo a la luz”, dice una mujer de Holanda, de 42 años, que vive en España desde 2005. Cuando llegó a España, descubrió que las casas tenían las persianas bajadas durante gran parte del día. Fue muy impactante para ella porque los holandeses necesitan la luz todo el tiempo.

El uso de persianas es poco común en buena parte de Europa, pero en España es parte de la cultura popular, y casi siempre tenemos las persianas bajadas. La cantidad de horas de luz al año –entre 2.500 y 3.000- es un factor determinante para su uso, pero hay otras razones por las que las persianas son esenciales en España.

Cuando viajan a un país centroeuropeo, los españoles ven cómo es la vida diaria de los vecinos a través de sus ventanas. Esta exposición excesiva, sin persianas ni cortinas extendidas en las casas, sería imposible en España.

En España existen costumbres de la cultura árabe, de vivir dentro de la casa y tener lo bonito en el interior, como los patios” explica Jurgens.

Esta costumbre andalusí del siglo VIII genera un gran contraste con la idea calvinista de los países protestantes del centro de Europa de abrir las casas “para demostrar la honestidad de sus huéspedes y no tener miedo a enseñar si eres pobre o rico”. “Para nosotros, en Holanda, no tener persianas (o las cortinas abiertas) tiene la intención de compartir información, no tenemos nada que esconder”, explica Jurgens.

En España, el sector de la industria de la persiana está monopolizado, generalmente, por empresas familiares, muchas de ellas en la zona de Levante, como Persax. Esta compañía, creada en 1976, facturó el pasado año 21,5 millones de euros en persianas, de las que, curiosamente, más del 40 % son exportaciones a otros países.

Típica fachada de un edificio en España.

 

Los españoles son de carácter abierto, pero también son reservados en relación a la exposición de sus intimidades. Nuestra relación con los vecinos es buena, pero intentamos que no pasen de nuestra puerta. “Se está más en la calle. Hay un gran interés por conocer la vida de otros y un menor interés en que los demás conozcan la nuestra; por lo tanto hay que colocar barreras”, cuenta Juan Carlos Barajas (Madrid, 1960), sociólogo y autor de la web de divulgación Sociología Divertida.

Y en estas fronteras, de nuevo la religión influye. “La ética católica implica una mayor preocupación por el qué dirán, por demostrar una conducta perfecta acorde con las expectativas sociales, por lavar los trapos sucios en casa. Por lo tanto, necesitas persianas y cortinas para desconectar tu casa del exterior y hacer, en privado, lo que no quieres que vean los otros”, añade el sociólogo. Generalmente, se cree que la calle es el lugar donde más están los españoles, pero no es así;  según el barómetro de Viviendas Saludables de la firma Velux, pasamos el 90 % de nuestro tiempo en un interior, y gran parte en nuestros hogares.

La relevancia de lo que pasa en tu casa para los vecinos y el uso de cortinas y persianas es otro debate contemporáneo relacionado con el aspecto legal, no solo ético y moral. Representar una escena de La ventana indiscreta (1954), de Alfred Hitchcock, puede traer algunos problemas. En hoteles como The Standard, en el barrio de Meatpacking de Nueva York, donde las paredes son de cristal, es habitual ver a personas curiosas mirando qué esconden los huéspedes tras las cortinas abiertas. Páginas web como Visual Hunt están repletas de escenas íntimas tomadas desde el exterior de este hotel.

Los ‘voyeur’ de Nueva York van a The Standart Hotel a ver las intimidades de sus huéspedes, en el Meatpacking District.

El pasado febrero un hombre de 70 años envió una carta al The New York Times explicando que un vecino le acusaba de exhibicionismo en su propia casa. “Probablemente mi vecino me vio desnudo por la mañana cuando voy a la cocina a calentar agua”, afirmaba el hombre. Tal vez este problema se solucionaría con unas cortinas o unas persianas, aunque en España, según Leandro Núñez, abogado de Audens especializado en derecho a la intimidad, “el nudismo no está prohibido, está regulado en la legislación, pero todos podemos desnudarnos en nuestras casas libremente”.

El artículo 185 del código penal solo registra delito de exhibicionismo cuando hay actos obscenos ante menores de edad o personas con discapacidad. Si se incumple esto, ya sea dentro o fuera de tu casa, y se tengan abiertas o cerradas las persianas, existen multas de 12 a 24 meses y pena de prisión de seis meses a un año.

Por si acaso, seguiremos haciendo como la Vieja’l Visillo, el personaje creado por el humorista José Mota, escondiéndonos de nuestros vecinos tras las lamas de una persiana.

 

Fuente : https://elpais.com/elpais/2018/04/06/icon/1523015770_991742.html